¿Qué ha sido de aquellas niñas que en mi infancia querían ser princesas?
Un lugar indefinido, aislado, en el que toda creación es posible gracias a la ausencia del juicio ajeno. Un contenedor infinito donde la materia, fruto del pensamiento, es intangible y su tasa de valor es relativa al peso de las emociones que despiertan en cualquier individuo. No es más que la noción de un espacio vacío imposible de completar.