Quien pudiese estar cerca en estos instantes en los que te dispones a dar descanso a tu persona. Solo con pensar en tu silueta postrada en una superficie mullida, desnuda, absolutamente relajada, abriendo las puertas de tu subconsciente para escapar a otro lugar... me estimula.
Tal vez estes en un instante sagrado, desde aquí puedo sentir la energía que proyecta tu respiración y con tu aliento como metrónomo puedo imaginar como se expande tu pecho al punto que me siento atraído por su poder de arrastre hacia tu interior.
¿Puedes sentir como se extiende mi energía a través de ti?
Paso como el aire de un susurro junto a tu boca, acariciando esos suaves labios mientras tu lengua los humedece. ¿Notas como mi presencia en ti hace subir la temperatura al rededor de tu cuello invitándote a acariciarlo con diligencia...?
Tu dedo índice quiere perderse en tu cavidad bucal mientras tu cabeza cae suavemente hacia atrás dejándose llevar por el vibrante latido de tu corazón queriendo salirse del pecho.
Desliza con sigilo la mano derecha, húmeda y cálida, abandonando el perímetro de tu boca en busca de tus pezones mientras toda esa excitación arquea tu espalda.
...y es que ¿Quien no querría recrearse en esos pezones? ...erizados por el contacto con tus yemas... ¿No te queman? ¿No sientes como mi presencia desde tu interior te eleva?
Tu mano opuesta, consciente del la avalancha que se avecina, avanza entre tus piernas para palpar el calor que en tu vagina se genera, es una fuerza que se despierta tan poderosa que tus piernas pliega.
¡Si ni niña... si! ...muérdete el labio y entrégate al calor que juntos generamos en ti.
Tanto poder sexual implosiona, comprimiéndo tu forma a posición fetal, para volver expandirte tendida boca abajo. Apoya tu mejilla en el colchón y sobre tus rodillas, eleva al infinito las caderas. Siente esa brisa cálida pasar entre tus piernas como si fuese mi presencia y ábreme el camino, una vía directa a tu palpitante centro.
Ahora... si, justo ahora, es cuando comienza este juego...
Deja que tus dedos índice y corazón, nuevamente humedecidos, seán mis cómplices, la llave que estimula el viaje a tus entrañas. Así pues, con los ojos cerrados y el espíritu dispuesto déjalos entrar en ti, poniendo en marcha este ciclo al ritmo de nuestra cadencia respiratoria, secuencia de ignición que te llevará hasta el mundo entre mundos, ese lugar sagrado donde la pasión se deshace del cuerpo para fundirnos en un nuevo ser...
...ahí te espero.
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